Estos dos últimos años han estado llenos de preocupación, tanto por nuestra salud como por la de nuestros familiares. El covid-19 apareció de forma inesperada y desconocida, pero con grandes repercusiones a nivel mundial, una enfermedad no conocida que ha estado presente desde el 2020 y que ha dejado a muchas personas por el camino. A día de hoy, después de dos años se ha conseguido controlar al virus, a través de medidas como la vacunación o las mascarillas y el distanciamiento social, pero, ahora de vuelta a la normalidad nos encontramos con que esta pandemia no sólo nos ha dejado síntomas a nivel físico sino a nivel psicológico también.

En los primeros momentos de la pandemia, se generaron muchas emociones desagradables, ira, frustración, impotencia, miedo, tristeza, esperanza, etc, generando así unos niveles elevados de ansiedad. Junto a esto, la pérdida de rutinas y la ausencia de adaptación crearon diversos problemas psicológicos durante el período de cuarentena. Otro de los aspectos a recalcar, es la aparición de fobias, el miedo a la muerte o al dolor que es un miedo primario, aunque la preocupación y la falta de información acerca del virus hizo, junto con los factores psicológicos predisponentes a una fobia, como los rasgos obsesivos o las experiencias cercanas de enfermedades o defunciones, que aumentaran esos miedos a salir a la calle o a socializar.

Se han encontrado diferentes patologías como estrés post-traumático, especialmente en las personas que han tenido que ser hospitalizadas o con síntomas más severos. También síntomas depresivos, de ansiedad, problemas de insomnio y trastorno obsesivo-compulsivo. En paralelo,  encontramos síntomas físicos que continúan afectando a nivel psicológico como pueden ser dolores musculares y fatiga persistente, que afectan al estado de ánimo. Las principales patologías emergentes tras la pandemia se centran en síntomas de ansiedad y depresión esencialmente.

La ansiedad es un mecanismo de adaptación al medio para superar ciertas exigencias de la vida. Se trata de una defensa frente a estímulos que rompen el equilibrio fisiológico o psicológico. Es positiva siempre y cuando sea proporcionada y es un potente motivador para alcanzar metas. Cuando esta ansiedad se mantiene prolongada en el tiempo a unos niveles elevados es cuando se comienza a considerar como negativa o desadaptativa. La ansiedad negativa se caracteriza por estados persistentes de malestar, preocupación, hipervigilancia, tensión, temor, inseguridad, sensación de pérdida de control, etc. Además como consecuencia de su prolongación en el tiempo puede generar otros trastornos fisiológicos como cambios en el sistema endocrino y en el sistema inmune, volviendo más vulnerables a las personas a contraer alguna enfermedad, también problemas a nivel dermatológico que han sido agravados.

La depresión se caracteriza por un estado de ánimo deprimido, la disminución del placer o el interés por cualquier actividad, aunque previamente si existiera, el aumento o la disminución del apetito, dificultades en la conciliación y el mantenimiento del sueño, falta de energía, sentimientos excesivos de culpa o inutilidad, dificultades a la hora de tomar decisiones, ideas recurrentes de muerte o suicidio, etc. Bajo ese estado de ánimo encontramos interpretaciones negativas de la persona hacia sí misma, hacia el entorno y hacia el futuro. Puede ser generada por diversos factores, como pueden ser experiencias aversivas para el individuo o situaciones de indefensión prologandas en el tiempo, además de algún evento valorado como traumático.

Según los expertos, la sintomatología postpandémica generada, se prevee que comenzará a disminuir durante los dos próximos años, aunque las recomendaciones se basan en el cuidado no a nivel físico únicamente sino a nivel psicológico también. Si te encuentras en esta situación o crees que algún familiar tuyo presenta los síntomas anteriormente mencionados, no dudes en pedir ayuda, en el Centro Blanca Esther Psicología estaremos encantados de ayudarte en este proceso.